“una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos”.Alejandra Pizarnik
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos”.Alejandra Pizarnik
La obra de Dione Veiga Vieira es un constante ir y venir de imágenes, donde se tensionan elementos poéticos, objetuales y fotográficos (los que son un claro ejemplo de la versatilidad de su obra artística, o como ella denomina “hibridismo de la contemporaneidad”[1], y donde las posibilidades de lectura están establecidas a partir de diversos tropos literarios, y sin duda éstos apuntan a una “opera aperta”).
Varias de sus obras parecieran articularse a partir de ‘ready-mades’ rectificados o assemblages, y su funcionalidad estaría dada por un proceso físico-alquímico (desarrollable en su “laboratorio poético”, tal como señala la artista), y donde uno de sus ejes transversales serían ciertos vestigios que denotan una raepresentatio in absentia. Es decir, una metáfora donde se alude a un cuerpo ausente, y que por tanto sólo puede ser representado. Lo contrario a esto es la “presentación”, realizada esencialmente por el body-art y por la performance, donde el artista recurre a su propio cuerpo como soporte material de la obra de arte.
Es precisamente la diversidad de materiales -además del interesante contraste entre texturas, y su relación con los objetos-, uno de los principales intereses de Dione Veiga Vieira, ya que como ella misma asegura: “la materia es mi metáfora preferida para reflexionar sobre la vida y el arte”[2]. Junto con esto, lo principal en su producción artística es el hecho de establecer una dinámica de poéticas visuales, donde se fusionan los elementos plásticos y conceptuales, y donde la decodificación de la obra radica en una lectura comprometida por parte del espectador (Octavio Paz señalaba que era responsabilidad del espectador transformarse en artista, así como el lector en poeta[3]…). De este modo se resignifica el rol del artista[4], más allá de su compromiso social, o bien, de la noción misma del espectáculo.
“¿Es la blancura una metáfora de la decantación de la materia? ¿Es lo blanco delicado, fino y un sutil velo, como una metáfora de las cosas evanescentes y vaporosas? O bien, ¿de las cosas que se evaporan en el mundo material? Evaporar = Desaparecer”[5]. Junto a las sutilezas materiales, cromáticas y semánticas, la artista nos refiere la dimensión evanescente de la modernidad anunciada por Marx: “Todo lo sólido se desvanece en el aire…”, y donde lo permanente, lo museografiable se vuelven obsoletos[6]. Algo que se opone a la materialidad y simbolización del huevo, en cuanto sustancia primigenia, receptáculo de vida… y que también asume las características de la seguridad de lo uterino, o de protección hogareña (Humberto Giannini habla del “retorno ad ovo”, como esa instancia diaria en la cual la persona regresa a su punto de origen, que es su propio hogar, donde encuentra calidez y refugio[7] ).
Es quizás el mismo uso de los velos, una parte fundamental de esa estrategia visual de mostrar-ocultando, otra de las sutilezas de la artista que apunta a una lectura abierta (y sin dudas, poética) de sus obras, donde secretamente se alude a una noción de transformación, de movimiento imperceptible y de desaparición de la materia[8]. Lo que de algún modo estaría presente en la deformación de los vasos, donde el movimiento no sería aparente, sino una huella en la materialidad misma del objeto[9]. Imágenes equívocas, remotamente futuristas, y que hacen patente la huella del azar, la accidentalidad en su manufactura… De eso y mucho más nos habla Dione: de un maravilloso mundo de posibilidades donde la poesía pese a todo, sigue dándonos claros signos de sobrevivencia.
Sergio González Valenzuela*
Santiago de Chile,
Agosto de 2008
[2] D.V.V. en e-mail al autor de este texto.
[3] Octavio Paz en “Marcel Duchamp ou o Castelo da Pureza”, Editora Perspectiva, São Paulo, 2004.
[4] «Concuerdo enteramente con la definición de "artista" como aquel que "se busca y se araña por dentro", en contrapartida al "activista" que está envuelto "con el amor al prójimo"...». Dione Veiga Vieira en e-mail al autor de este texto, y a propósito de la obra de la artista Regina Galindo.
[5] D.V.V., op. cit. La artista agrega: “El arte también es un proceso de depuración/decantación”. Es decir, la lectura y decodificación de la obra de arte no es instantánea, sino que por el contrario, requiere por parte del espectador de un proceso lento de asimilación.
[6] Aquí el referente fundamental es el libro del mismo nombre de Marshall Berman, del mismo modo que la crítica explícita al coleccionismo y al concepto de museo expuesto por Flaubert en su novela inacabada “Bouvard et Pécuchet” (1881).
[7] Humberto Giannini en “La Reflexión Cotidiana: Hacia Una Arqueología de la Experiencia", Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1987.
[8] “La idea de la transformación de la materia está enquistada la idea de la transitoriedad de el cuerpo y por la tanto, de su desaparecimiento…”. D.V.V., op. cit. Donde el guiño a Lavoisier es más bien poético que químico, y por tanto, más conceptual que empírico.
[9] “Las deformaciones son las diferencias de los cuerpos, que en sus aparentes semejanzas –y dentro de un conjunto aparentemente homogéneo-, los cuerpos sustentan sus particularidades específicas”. D.V.V., op. cit. En este la “diferencia” presente en los objetos tiene un alcance derridiano y benjamiano, especialmente en cuanto al valor aurático de la obra de arte única e irrepetible, que en este caso paradojalmente está dado por el ensayo-error de la manufacturación industrial.
______________________________________________________________________
*Sergio González Valenzuela, Profesor de la Universidad Finis Terrae (Chile) y Curador de arte.
Texto publicado no folder da exposição "A Liquefação e a Decantação", 2008. Galeria Gestual. Porto Alegre, RS. E posteriormente, publicado na *Revista SIBILA, São Paulo, SP, em setembro de 2008. http://www.sibila.com.br/index.php/arterisco/318-el-laboratorio-poetico-de-dione-un-texto-transcordillerano-